Si tuviéramos despierta la suficiente
consciencia para darnos cuenta de lo efímera que es nuestra vida, tal vez
pensaríamos dos veces antes de ignorar las oportunidades que tenemos de Ser y
de Hacer a los otros felices.
Nos deprimimos por cosas pequeñas y perdemos
un tiempo precioso. Perdemos días, a
veces años…nos callamos cuando deberíamos hablar, y hablamos demasiado cuando
deberíamos estar en silencio.
No damos el abrazo que tanto nos pide el
corazón porque algo en nosotros impide esa aproximación.
No damos un beso cariñoso “porque ya no
estamos acostumbrados a eso” y no expresamos lo que nos gusta porque suponemos
que el otro debe saber lo que sentimos.
No queremos “ver” las necesidades de los
otros. Nos cuesta amar y dejarnos amar desde la más pura esencia.
Y pasa la noche y el día llega; el Sol nace
y adormece, y continuamos siendo los mismos. Reclamamos lo que no tenemos, y
creemos que no tenemos lo suficiente.
Y el tiempo pasa…continuamos pensando
demasiado y ansiosamente en el futuro y olvidamos vivir en el presente, a tal
punto que terminamos por no vivir ni el presente, ni el futuro. Vivimos como si
nunca vamos a morir, y morimos como si
nunca hubiéramos vivido.
Y el ego sigue enmascarando nuestra realización
de que el universo se encuentra dentro de nosotros mismos. Cuando obtenemos
control sobre el ego la cara del amado brilla en el corazón. La realización o
actualización del Supremo dentro de nosotros se obtiene gracias al hacer un uso
correcto de nuestra vida.
Un
antiguo verso Hindú dice:
Siembra un pensamiento, recibe una acción.
Siembra una acción, recibe un habito.
Siembra un habito, recibe un carácter.
Si somos conscientes, nuestro destino
descansa en nuestras propias manos. Nos hacemos maestros de nuestra vida,
gracias a la atención completa de la ley Divina.
Si se acepta el concepto de un Universo
gobernado por una Ley y a nosotros como una parte integral del universo, el
seguir la ley se convierte en un aspecto de gran importancia en cada momento.
Todo tiene razón de ser “nada ocurre por
casualidad”.
Somos
un producto de nuestras acciones. Nuestros actos no son diferentes de nosotros
mismos.
No esperes a que llegue un día que te
acuerdas y miras hacia atrás, y entonces te preguntas:¿Y ahora?
Ahora, hoy, todavía estás a tiempo, de
reconstruir, de dar un abrazo amigo, de decir lo siento, de perdonarte y pedir
perdón, de permitir que tu alma se exprese con total libertad, de agradecer por
lo que tenemos, por lo que hemos aprendido, y de sonreír…
Nunca se es demasiado viejo, o demasiado
joven, para amar, para sentir, para expresar, para decir una palabra gentil,
para regalar un gesto de amor, para decir un “lo siento”, para dejar que tu
consciencia despierte y saber, que cuando la vida te presenta razones para
llorar, demostrarle que tienes Mil
razones para Reír.
No mires hacia atrás. Lo que pasó, pasado es.
Mira hacia delante y con todo tu amor
dale ¡GRACIAS A LA VIDA¡.
Ramón
Padilla-Tenerife
Gracias a la VIDA...Mercedes Sosa.
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